Pe(s)cado

Realmente el hecho de tener que ingerir pescado por Semana Santa me irrita de sobremanera, quizá sea simplemente una tontería mía pero el tener que estar sacándole las espinas a la pobre trucha que me sirve de alimento se convierte en una tarea más que agobiante para mi.
Tal vez esto se deba a mi costumbre de engullir los alimentos con una voracidad y desesperación que me ha costado serias recriminaciones por parte de mi novia cuando compartimos la mesa. Por supuesto que exagero con lo de voracidad, pero con la desesperación no miento, el solo hecho de tener pop corn en la sala de un cine me convierte en una máquina de sonidos desagradables de craj! craj! craj!. Sonidos realmente inoportunos sobretodo cuando estamos en aquella parte de la película donde existe un silencio no tan prolongado que se ve interrumpido por un sonoro Craj! proveniente de mis muelas masticando los canchitas que no se cocieron bien.
Volviendo al tema principal creo haber explicado correctamente el porque de mi negativa a consumir pescado en semana santa, también es porque adoro la carne de res, de cerdo y de carnero. Recuerdo que en años pasados cuando por algún milagro de la divina providencia y el santo dinero, partí con mi familia de viaje y nos dedicamos a la ingesta de grasosos chicharrones y suculentas pachamancas, siempre en semana santa ...
Muy aparte de eso, se debe también en que no creo en nada de lo que diga la iglesia católica, mi relación con la religión prácticamente no existe, mi relación con alguna divinidad que existe más alla de este mundo terrenal y superficial me es completamente privada.
Así que a soportar al omnipresente pescado que se hace percibir estos pocos días que dure el fin de semana largo.


T_T